El histórico volante y capitán de River se retira y fue debidamente homenajeado por los hinchas en su último partido en el Monumental.
Fuente: ole.com.ar
Llegó el minuto 23 y ahí Leonardo Ponzio seguramente tomó dimensión de todo aquello que ha vivido. Por qué valió la pena hacerle caso a Enzo Pérez cuando lo sentó y le dijo que no podía dejar de jugar sin antes disfrutar de un partido con público, de la posibilidad de una última vuelta, de un mimo Monumental. La gente recompensó todo lo que dio por el club con una inmensa ovación mientras él estaba en el banco. Además, se desplegó una enorme bandera en la popular donde la cara del León apareció entre las grandes glorias de River.
El emotivo homenaje a Ponzio
«Olé, olé, olé, olé olá, a Leo Ponzio no lo vamos a olvidar», arrancó cantando la hinchada apenas el reloj marcó los 23 minutos, y siguió con un clásico: «Que de la mano de Leo Ponzio…». Después, hubo cantitos también, naturalmente, para Gallardo.

En sesenta segundos se compactaron 4.392 días, los 16 títulos para igualar a Labruna, Vaghi y Rodolf, la paradoja del náufrago que se volvió capitán del ciclo más glorioso, la imagen del tipo que salió campeón y último.

Se reconoció al que volvió desde España para jugar en la B, que ascendió y se transformó en “hijo adoptivo de River”, el que levantó la Libertadores en el hito de Madrid, al ejemplo de profesional humildad para entenderse relevo durante tres años después del bronce, al que acabó siendo mito festejando un último título (o anteúltimo: aún queda otra final ante Colón), además de los cientos de detalles que escapan a la enumeración narrativa.
Leo, que estuvo en el club desde el primer día de la era MG, será a partir del momento en el que él lo decida un integrante de la Secretaría Técnica. Para apuntalar, como supo reconocer, a los chicos que arriban al club y enseñarles a manejar el nivel de exposición y el cambio rotundo que provoca River en la vida de un futbolista recién llegado…




Globos en el inicio, homenaje a los 23 minutos y el cariño de la gente. Además, el entrenador le permitió ingresar sobre el final. Ahí, a los 74′, el estadio se vino abajo cuando entró a la cancha en lugar de Zuculini. Pitazo final y derrota, pero qué importaba. Las gargantas reventaron con la última gran ovación al León. Todo eso se va a llevar Ponzio de este día que marcará su vida para siempre.
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