La muerte de Guillermo Reynoso, el legendario integrante de Los Manseros Santiagueños, conmocionó al folklore nacional. Hubo muestras de cariño en las redes sociales. En Vos te contamos algunas anécdotas y enumeramos algunos rasgos que convierten a «Fatiga» en un personaje único, auténtico, de leyenda. Por Lisandro Guzmán.
La muerte de Guillermo Reynoso, el legendario integrante de Los Manseros Santiagueños, conmocionó al folklore nacional. Hubo muestras de cariño en las redes sociales. En Vos te contamos algunas anécdotas y enumeramos algunos rasgos que convierten a «Fatiga» en un personaje único, auténtico, de leyenda. Por Lisandro Guzmán.
Fuente: lavoz.com.ar
1-Incansable
En su último show en Villa del Totoral, Guillermo “Fatiga” Reynoso subió a tocar con una afección cardíaca. Su corazón estaba en problemas, pero a él no le importó. Al bajar del escenario, fue trasladado de urgencia a una clínica local y el médico de guardia le practicó un electrocardiograma donde se constató que estaba sufriendo un “síndrome coronario agudo”. Nadie no lo podía creer. Con 79 años a cuestas, ese 6 de agosto, “Fatiga” le hacía frente a la muerte, y está claro -para él- primero estaba la gente. Sus ganas de subir y tocar por última vez su bombo eran más fuertes que la maldita dolencia que lo aquejaba. Así era “Fatiga”: garra, corazón y perseverancia. «Hacemos patria a donde nos llamen (…) nos debemos a este público”, solía decir al término de cada espectáculo. El coro eterno de sus fans aún se oye: Fatigaaaaa… Fatigaaaa… Fatigaaa…
2-Keith Richards, con bombo
Santiagueño de pura cepa. “Fatiga” formaba parte de la banda desde mediados de 1960 y había entrado a Los Manseros en reemplazo de Carlos Carabajal. Onofre Paz, uno de los fundadores del grupo, supo argumentar que el espíritu mansero estaba basado “en el diálogo” entre todos. Así perduraron en el tiempo, unidos como familia. “Fatiga” era un mito dentro de la banda. Cuando León Gieco los bautizó como «Los Rolling Stones del folklore», Onofre dijo que “Fatiga” Reynoso era como su “Keith Richards, pero con bombo”. Y no se equivocó. Cuando Los Manseros llegaban a un pueblo o ciudad, era Reynoso quien hablaba con la prensa y hasta los chicos le pedían autógrafos y selfies al legendario músico. Los Manseros se convirtieron a lo largo de los años en baluartes de la más pura expresión del folklore tierra adentro. Y “Fatiga” fue sin duda un estandarte del grupo.
3-El reencuentro con su poncho
Era el 25 de mayo de 2013 cuando por descuido “Fatiga” perdió su poncho. Se le había caído de su hombro. Jesús María se revolucionó en busca del atuendo. Una abuela de 80 años, apodada Pichona, lo había encontrado y días después se produjo un emocionante encuentro. «No saben la alegría que tengo, lo que significa este poncho para mí. No me voy a olvidar nunca más de ustedes». Simple. Muy simple. “Fatiga” entraba a la casa de un seguidor y podía quedarse horas charlando de folklore, o tomándose un tinto para refrescar la memoria. La anécdota del poncho marca a las claras su amor por lo cotidiano y su entrega a lo terrenal. «Yo también estoy muy feliz. Imaginate que me subía a un árbol para verlos tocar en un acoplado cuando empezó el festival», expresó ese día Pichona con nostalgia a Radio Jesús María.
4-Joven eterno
Desde su lugar, segunda o tercera voz. Desde su pasión, el bombo. “Fatiga” se fue abriendo paso dentro del grupo desde 1966. “Aunque estemos cansados subimos al escenario y nos transformamos, y le damos lo que la gente quiere”, decía. Sus repiqueteos quedarán guardados en la memoria, al igual que su impronta picaresca a la hora de hablar sobre el tablón. Siempre esperaba el momento oportuno. Agazapado, aguardaba el minuto exacto para tirar alguna frase, como una especie de entremés entre los tradicionales temas de Los Manseros. Era considerado como uno de los músicos más queridos del cuarteto vocal, y se lo recordará siempre por su humildad a flor de piel. Tenía algo especial con los jóvenes, una especie de imán para engancharlos con el folklore. “Ellos nos dan fuerza para seguir”. “Hasta los chiquititos cantan nuestra canciones”, recordaba “Fatiga”, quien se veía reflejado en la fuerza de la juventud. Era joven en ellos.
5-Hasta siempre maestro
Se fue de gira uno de los tipos más queridos del folklore. Adiós vidalero. Su voz era sostén y cimiento del grupo. Adiós bombisto. Con ese legüero especial encendía pasión. Luego de tantos años de chacarerear, en cada pueblo, en cada festival, “Fatiga” será el primero en bajar de la combi que lo transportaba, será el primero en dar una entrevista, será el primero en tirar algún piropo, será el primero en regalar una sonrisa… y también será el último en irse. “Yo ya andaba pensado, no sé si lo voy a poder decir, en un retiro. Creo que lo mío ya es un punto final, por los años que tengo”, decía. Pero ahí está “Fatiga” con sus pregones, inmaculado esperando dar su repiqueteo, con un parche que suena como sus latidos, con un ritmo inconfundible de lo que siempre será: leyenda.
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