viernes 29 de marzo de 2024

Como evitar el hambre emocional y bajar de peso

Es fundamental averiguar si la ingesta descontrolada se debe a motivos psicológicos y no orgánicos.

Fuente: ámbito

A veces, los peores antojos de comida aparecen cuando emocionalmente la persona se encuentra en el punto más débil. Puede que consciente o inconscientemente recurra a la comida en busca de consuelo cuando se enfrenta a un problema difícil, cuando se sienta estresado o incluso cuando está aburrido.

Comer por motivos emocionales puede sabotear los esfuerzos para bajar de peso porque, a menudo, se termina comiendo demasiado, especialmente muchos alimentos ricos en calorías, azúcar y grasa. Lo bueno es que si esto sucede, se pueden tomar algunas medidas para recuperar el control de los hábitos alimenticios y volver a encaminarse en el objetivo de perder peso.

El ciclo de estado de ánimo, comida y peso

Comer por motivos emocionales es una forma de suprimir o calmar esas emociones negativas, como estrés, ira, temor, aburrimiento, tristeza y soledad. Los eventos importantes de la vida o, más comúnmente, las exigencias de la vida cotidiana pueden desencadenar emociones negativas que conducen a un comer por motivos emocionales y perturban los esfuerzos para bajar de peso. Estos desencadenantes podrían incluir:

Conflictos en las relaciones personales

Trabajo u otros factores estresantes

Cansancio

Presiones financieras

Problemas de salud

De esta forma, las emociones pueden llegar a estar tan ligadas a los hábitos alimentarios que automáticamente se busca el picoteo cuando la persona está enojado o estresado, sin siquiera pensar que está comiendo.

La comida también sirve como distracción. Cuando, por ejemplo, se está preocupado por un evento que se avecina o no se deja de pensar en un altercado, a lo mejor la persona se concentra en ingerir comida reconfortante, en lugar de lidiar con la situación dolorosa.

Pero sean cuales sean las emociones que lleven a comer en exceso, el resultado final suele ser el mismo. El efecto de la comida es temporal, las emociones regresan y probablemente se sienta el peso adicional de la culpa por haber retrocedido en el camino hacia la meta para bajar de peso.

Cómo volver a encarrilarse

Cuando las emociones negativas amenacen con desencadenar la ingesta por motivos emocionales, es fundamental tomar medidas para controlar los antojos:

Llevar un diario de comidas. Anotar lo que se come, la cantidad, y cuánto hambre se tiene. Con el tiempo, posiblemente se encuentren patrones que muestran la conexión entre el estado de ánimo y la comida.

Dominar el estrés. Si el estrés contribuye a que la persona coma, probar las técnicas para controlar el estrés, como el yoga, la meditación o la respiración profunda.

Verificar si realmente se tiene hambre. Y si no es así, darle tiempo al antojo para que pase haciendo alguna otra actividad placentera.

Buscar apoyo en la familia y amigos o considerar unirts a un grupo de apoyo.

Cuándo buscar ayuda profesional

Si ya se intentaron estas alternativas, pero no se puede controlar el comer por motivos emocionales, hay que considerar hacer terapia con un profesional de la salud mental. La terapia puede ayudar a entender por qué se dispara este mecanismo de comer ante un motivo emocional y enseñar cómo hacer frente a las situaciones.